El tiempo: LA VISIÓN NO LINEAL
En la Visión Andina el tiempo es circular, por lo que hay una gran
diferencia con el modelo del tiempo occidental, lineal e irreversible.
Esta es una cultura que ve un mundo vivo que late al ritmo de los ciclos
cósmicos y de los ciclos telúricos y que es el ritmo de la vida, su
“tiempo”, por tanto, es cíclico.
Hay
una re-creación, una renovación anual de los ritos, de la conversación
íntima entre todos los componentes del mundo vivo que se armoniza con el
estado del clima. Esta re-creación, es la digestión, por parte del
mundo-vivo, de las condiciones de vida en el momento del rito.
El
“presente” en el mundo vivo andino se re-crea, se re-nueva, por
digestión del “pasado”, es decir, por inclusión del “pasado”. Pero a la
vez, es capaz de saber cómo se va a presentar el “futuro” por la
participación de todos los miembros de la colectividad natural en la
conversación cósmico-telúrica propia del mundo vivo. En los Andes no hay
una distinción tajante entre pasado y futuro porque el “presente” los
contiene a ambos. Por tanto no hay lugar aquí para el tiempo
irreversible. En los Andes, desde luego, existe la noción de secuencia,
las nociones de antes y después, pero ellas no se oponen como pasado y
futuro en la cultura occidental, sino que se encuentran albergadas en el
“presente”, en el “presente de siempre”, en “lo de siempre”, siempre
re-creado, siempre renovado. Es que en los Andes se vive en un mundo
vivo, no en el mundo-reloj que se vive en casi todo el Mundo.
EL VIAJE SAGRADO
EL PROCESO DE VIAJE DEL CÓNDOR
... “cuando llega un rayo -cuya percepción por cierto en las montañas
es muy diferente que aquí en la ciudad; este rayo llega simultáneamente con luz
y sonido-, que te anuncia la llegada de un ser, desciende éste como cóndor para
sumergirse en el agua, donde se convierte en puma, el puma sale del agua a la
tierra y se convierte en serpiente, esta serpiente corre tanto que se convierte
en llama, y cuando se ve el resplandor de un rayo pero sin sonido que sale de
la tierra, emprende el vuelo convertida en cóndor para nuevamente ascender pero
esta vez con la experiencia de todas las etapas anteriores”.
Éste, es el proceso de los pueblos y por ende el proceso personal de
cada uno de los seres humanos.
Ya en la parte lógica, este proceso tiene que ver con el carácter quinario de
la numeración andina. La numeración en Los Andes es quinaria, no porque no se
conocieran más números; sino porque la combinación de estos cinco números era
suficiente para contar hasta el infinito. Pero la base fundamental de esta
lógica radica en su aspecto filosófico, pues refleja el proceso que vive el ser
humano. Los tiwanakotas
contaban con una simbología numérica que podemos observar en la arquitectura,
la cerámica y cualquier otra expresión de su cultura.